Cuando hablamos de cómo funciona un trastorno de ansiedad, es útil hacerlo a través de un círculo vicioso, es decir, un funcionamiento que por sí mismo tiende a mantenerse y hacerse más fuerte.
A grandes rasgos, cuando una persona tiene síntomas de ansiedad nota algunas sensaciones físicas desagradables como palpitaciones o mareos. Esto ocurre porque las situaciones de peligro, ya sean reales o imaginarias, producen reacciones a nivel cerebral y hormonal que activan el cuerpo como si fueran una alarma y toda la atención se dirige hacia esta situación para poder huir del peligro y sobrevivir. Una vez pasado el peligro, la alarma a nivel cerebral se desactiva, el sistema nervioso se reequilibra y el miedo o la ansiedad comienzan a disminuir o a desaparecer.
Pero también puede ocurrir que, a veces, no se sepa cuál es el peligro o de dónde viene. Entonces, la atención se fija en las sensaciones corporales que son desagradables, lo que probablemente hace que el ritmo cardíaco y la respiración aumenten aún más hasta el punto de que cueste respirar. El aumento de estas sensaciones también incrementa los pensamientos negativos.
En determinadas personas, sobre todo si han sido sometidas a periodos intensos de sobrecarga emocional y amenaza en determinados períodos del desarrollo, o si son vulnerables a la ansiedad, las respuestas de miedo y de ansiedad pueden aparecer de forma continua, a consecuencia de una hipersensibilización de los circuitos cerebrales de alerta o de una respuesta lenta en el restablecimiento del equilibrio una vez desaparecida la amenaza. Aquí es cuando la ansiedad se vuelve patológica y conforma un trastorno con la presencia de diferentes síntomas.
Cuando la ansiedad se convierte en trastorno, provoca un malestar significativo, con síntomas que afectan tanto físicamente como conductual y psicológicamente. Estos trastornos pueden llegar a ser debilitantes, pero es posible controlarlos con la ayuda adecuada de un profesional médico. Reconocer los síntomas es el primer paso:
Físicos
Psicológicos y conductuales
Estos síntomas pueden interactuar entre sí. Por ejemplo, los síntomas cognitivos pueden activar a los síntomas fisiológicos y estos a su vez impulsar a los síntomas conductuales. Se recomienda a los pacientes someterse a un examen médico completo para evaluar los síntomas.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Lazarus, R.S. (2000). Estrés y emoción. Manejo e implicaciones en nuestra salud. Bilbao: DDB.
Pinel, John, 2001, Biopsicología, 4ª edición, Madrid, España, editorial Pearson Prentice Hall.
Rodríguez-Naranjo, C. (2000). De los principios de psicología a la práctica clínica. Madrid: Pirámide.